NEUROCIENCIA Y EDUCACIÓN
- Primera Edición
- Madrid; LA MURALLA; 2003
- 358 páginas; Tapa flexible. 21.5 x 15 centímetros; Impreso Mediano
1. SOBRE CONTINENTES Y CONTENIDO,2.EL CEREBRO Y SU HISTORIA,3.DE LA CÉLULA A LA IDEA,4.ANATOMÍA DEL MISTERIO,5.ESAS MARIPOSAS DEL ALMA DE RAMÓN Y CAJAL,6.A DIESTRA Y SINIESTRA,7.TRES EN UNO,8.EL CEREBRO RACIONAL,9.NEUROGÉNESIS DEL FUTURO,10.¿LA REALIDAD ES O SE HACE?,11.SOBRE TIPOS Y ESTILOS,12.A TODO CEREBRO,13.RESISTIENDO LOS GOLPES,14.CAMBIOS DE PARADIGMA,15.ULTIMA REFLEXIÓN.
Cuando terminé mi última frase en aquel castillo junto al a la playa de Rada Tilly, provincia de Chubut, Argentina, y vi el rostro ilumina- do de los directivos y docentes que me habían acompañado esos tres días, sentí que debía, finalmente, escribir todas estas experiencias educativas que, a lo largo de quince años, constituyeron mis afanes y esperanzas en el Instituto San Bernardo de Claraval. Al recibir un recuerdo de manos de esos docentes sureños, la dedicatoria grabó mi compromiso: «GRACIAS POR HACERNOS VER MÁS ALLÁ DE NUESTRO REPTILIANO». Por ello asumí este desafío, que nada resume mejor que la dedicatoria que me escribieron, dejar por escrito para otros colegas estas reflexiones basadas en la investigación y la experiencia del aula, para que despierten en ellos una nueva mirada a su tarea cotidiana. Estos son los apuntes que fui elaborando para responder a mis propias preguntas, a mi curiosidad de educadora. Y no puedo dejar de agradecer a quienes ayudaron, de una forma u otra para que esto fuera posible: a María Antonia Casanova y a María Victoria Reyzábal, gestoras incansables de este trabajo; a Inés y Alberto Justel, quienes pacientemente corrigieron todos los borradores; a Rosario de Pizarro, que discutiera mis apuntes hoja a hoja; a Jorge, compañero de biblio- tecas; a Bernardo y Exequiel, por sus dibujos y el trabajo de ordenador; a Ayelén, por sus horas de tipeado; a Agustín, por su labor de asisten- te lúdico, y finalmente a Juan Diego, mi eterno motivo. Porque, ¿quién es mi alumno? ¿Qué lo condiciona? ¿Qué lo determina? ¿Hasta dónde es libre? ¿Cómo puedo ayudarlo a encontrar su felicidad? ¿Cuán responsable soy de ayudarlo a moldear su futuro? ¿Cuál es el sentido de mi misión? Y un millón de interrogantes más son los que a diario encarna todo educador, y los responde según la imagen paradigmática de su concepción educativa.