Cruz, Garcia Alvaro

LOS AZTECAS Vida y costumbres en la Antiguedad - Primera edición; - MADRID-ESPAÑA EDIMAT 2006 - 190 paginas; 24 x 15.5 Centimetros; Impreso; Grande;

Introducción. --Capítulo Primero. Una larga herencia cultural. --Capítulo II. El águila devorando a la serpiente. --Capítulo III. El país azteca. --Capitulo IV. La Venecia del Nuevo Mundo. --Capítulo V. Nobles, plebeyos y esclavos. --Capítulo VI. El pueblo del Sol. --Capítulo VII. El ciclo de la vida. --Capítulo VIII. Moralidad y diversiones. --Capítulo IX. El arte y los conocimientos. --Glosario.
--Bibliografía

Muy poco tiempo después de su arribo en 1519 a las costas de Veracruz, en el Golfo de México, el español Hernán Cortés oyó hablar por vez primera de una grandísi- ma provincia muy rica, llamada Culúa, así como de una mara- villosa y rica ciudad asentada sobre un islote en medio de un lago, conocida como Tenustitlan y gobernadas ambas por un grandísimo señor llamado Mutezuma. Este pueblo, que pasará a la Historia con los nombres de azteca o mexica, dominaba buena parte de Mesoamérica y era temido y odiado al mismo tiempo por otros pueblos indígenas vasallos y enemigos. Ni que decir tiene que el conocimiento de tales noticias estimuló tanto la curiosidad como la codicia del español, de tal forma que a partir de ese momento la conquista de ese reino y de su capital se convertirá en su máximo objetivo, lo que se producirá poco más de dos años más tarde, gracias en gran medida a la inestimable ayuda de un sinnúmero de aliados nativos. Con ello, el 13 de agosto de 1521, se da por finalizada la historia del Estado mexica, el último de los grandes Estados indígenas del Altiplano mexicano y una de las más altas manifestaciones culturales de la América prehispánica.
La azteca es la última gran civilización de Mesoamérica, una gran área cultural de poco más de 1.100.000 km² definida por los investigadores para designar un contexto cultural, histórico y geográfico, que se extiende desde el Sur de los Estados Unidos hasta parte de Costa Rica. En este área se desarrolló un patrón de civilización que fue compartido en gran medida por todas las culturas que la poblaron, con rasgos básicos como el cultivo del maíz, la calabaza y el frijol como recursos básicos de subsistencia; la utilización del calendario ritual de 260 días; varios elementos en el campo de la religión, como deidades de similar funcionalidad, autosacrificios de sangre y toma de cautivos; un sistema social estratificado basado en el prestigio; la elaboración de libros en pergamino de papel de amate y en piel de venado; el juego de pelota; la construcción de estructuras piramidales, y, en definitiva, el sentido de compartir un antiguo origen cultural común.
El pueblo azteca no fue, en realidad, un gran inventor. Su gran mérito consistió en saber aprovechar y adaptar a sus propias necesidades los resultados de una larga herencia cultural, amasada durante miles de años de historia. Último en llegar al Valle de México, no tardó en hacerse un hueco entre los pueblos ya establecidos, a los que llegó a dominar en poco tiempo, apenas dos centenares de años. De no haber aparecido los españoles, muy probablemente hubiese acabado por conformarse un auténtico Imperio, proceso en cuyo camino ya habían sido andados los primeros pasos. Desgraciadamente, lo que los conquistadores se encargaron de cortar de raíz, frailes y administradores acabaron por enterrar, siendo muy pocas las huellas materiales que permanecen de tan alta cultura. Pero, si hemos de ser justos, no conviene tampoco olvidar la impagable labor de unos pocos, testigos del contacto entre los mundos hispano y azteca, que dejaron constancia a través de su pluma de todo cuanto pudieron ver o escuchar, en los últimos estertores de una civilización que desaparecía a marchas forzadas.

dirigido a los historiadores, estudiantes, docentes, investigadores de la carrera historia y la cultura azteca.

84-9764-836-6

M-20569-2006



HISTORIA, LEYES, JERARQUÍA, ADMIRACIÓN, REGOCIJO, TERRÁQUEO.

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